lunes, 26 de marzo de 2012

Autor 1: Amado Nervo


Principal exponente mexicano del modernismo. [Véase aquí su biografía]

“Nervo fue una personalidad marcada por la búsqueda obsesiva de Dios y por establecer una relación con la naturaleza de corte místico transcendente. Esta religiosidad le hizo que se fuera apartando del modernismo para encontrar una vía propia teñida de panteísmo y fervor religioso que algunos de sus coetáneos consideraron anacrónico.   Su exuberancia religiosa la manifestó en obras como Los jardines interiores (1905), que anuncia libros de serena intimidad como En voz baja (1909), Serenidad (1914), Elevación (1917) y Plenitud (1918). Pero la obra por la que Amado Nervo es recordado y leído todavía con gran interés es La amada inmóvil (1922), publicada póstumamente, inspirada en la muerte de Ana Daillez, mujer a la que el poeta amó en vida.” [1]

Suele ser enmarcado dentro del modernismo, aunque con un misticismo y una tristeza que contrastan con el resto de autores.

   “Su forma de ser, universal y cosmopolita, le hace difícil de etiquetar: modernista en sus comienzos, simbolista, el último romántico, un místico asceta; para muchos un filósofo con hábito de poeta. Su aspecto refleja a un hombre de cara angulosa, con la frente surcada de arrugas de tanto escudriñar el enigma de la vida, de labios finos y espigada figura, sus ademanes eran distinguidos, toda la luz de su espíritu se concentraba en unos ojos curiosos que se asomaban al mundo. En conjunto su rostro nos recuerda a los taciturnos caballeros del Greco y al misterio de una máscara azteca.

  Fue un trabajador incansable: nos ha dejado artículos, cuentos y cientos de poemas, incluso canciones para educar a los niños. Era un hombre afable que frecuentaba los lugares donde se reunían unos cuantos amigos de letras; dejaba en los que hablaban con él la amenidad de su charla sutil. Parecía hecho para hablar y su palabra era abundante, sugestiva; pero había algo en él que le mantenía como ausente y ponía en sus palabras el eco de un grave diálogo interior.

En sus poemas encontramos toda la autenticidad, toda la delicadeza, todo el fervor de un espíritu elevado que utiliza la poesía como el mejor medio para contagiar su fuego interior. Tenía una sensibilidad única para percibir la belleza y profesaba un misterioso culto al idealismo. De una admirable sinceridad, su forma de escribir es única y genuina; tanto que se le puede reconocer sin firmar. Enamorado del silencio, del discreto refinamiento de la austeridad, algunos de sus poemas destilan un extraño misticismo.” [2]

 Hombre y poeta, fue un enamorado de la vida que de tanto amarla aprendió a despedirse de ella. Morir era sólo un paso inevitable para unirse con lo Infinito. Éste fue Amado Nervo, el depositario de unos versos que nos acompañan y se convierten en atemporales. Y la muerte viene a sellarlos, a declarar con sinceridad profunda el grito de un hombre, de un poeta, que hallará su eco en la eternidad.

Por último, les dejo en las siguientes entradas uno de sus más hermosos e importantes poemas. Sin duda, un autor que nos deleita aún en nuestros tiempos con los más exquisitos versos…


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